La noche del 15 de noviembre de 2022 NASA ha puesto en marcha la misión Artemis. Con el lanzamiento de la misión Artemis I Estados Unidos en colaboración con otros países de la Unión Europea, Asia y América Latina, regresa a la carrera espacial dentro de un entorno muy competitivo a nivel internacional. Está en juego el nuevo paradigma de exploración de las próximas décadas y se está librando entre las agencias espaciales Rusas, China y una colaboración entre la Agencia Espacial Europea, NASA además de un sector privado que se verá beneficiado independientemente de la super potencia que resulte ganadora. De estos proyectos, es el más ambicioso pues busca poner de nuevo en la Luna a astronautas con miras de sentar una base permanente en el satélite natural de la Tierra. En medio de un entorno político internacional muy delicado, se espera que Rusia utilice sus recursos para poner en órbita su propia estación espacial permanente sumándose a la Estación Espacial Internacional y a la estación china Tiangong; sin embargo, esto puede resultar imposible dado el conflicto bélico que tiene con Ucrania.
La carrera tiene entonces a la cabeza a Estados Unidos y Europa que cuentan con una presencia extendida y la experiencia de tener un programa espacial muy longevo; y por el otro lado a un ambicioso y veloz programa espacial de la agencia espacial de China. La mira de estos esfuerzos es llegar a Marte, explotar recursos de los asteroides del Sistema Solar y desarrollar tecnología de punta. Sin embargo, vale la pena señalar que NASA ha repetido en múltiples ocasiones que la misión Artemis tiene el objetivo extra de llevar a la primera mujer y a la primera persona afrodescendiente a la Luna. La relevancia de esto último se entiende dentro del contexto social que busca generar inclusión y poner frente al público personas que representen la diversidad de quienes nos interesamos por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. NASA está apostando por la inclusión, la cooperación y la representatividad que contrasta enormemente con el enfoque nacionalista de China.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés), indica que las mujeres representan tan sólo el 35% de la matrícula en educación superior en áreas de ciencia y tecnología. Por cada cien mujeres que estudian una carrera de áreas científicas y tecnológicas, sólo una de ellas lo hace en carreras de cómputo, información o telecomunicaciones [1]. Los porcentajes de quienes desean continuar en la academia caen dramáticamente después del tercer año de estudios en programas de doctorado, siendo las mujeres quienes más se ven afectadas. Las brechas de género suelen ser explicadas debido a la poca seguridad laboral, la necesidad de cambiar constantemente de residencia y la falta de tiempo para desarrollarse personalmente, en particular para ejercer su maternidad. Aunque estas problemáticas también las enfrentan varones, los roles de género tradicionales hacen que estas actividades recaigan sobre las mujeres y perjudiquen notablemente su desarrollo profesional dentro de la academia.
El problema de la poca representación de las mujeres y otras minorías en áreas de ciencia y tecnología debe ser atendido de forma interdisciplinaria. Aunque es importante la representación de las mujeres y de la población LGBTIQ+ en áreas científicas, lo es también cambiar la manera en la que se vive al interior de las áreas de trabajo científico, y sobre todo, la forma en la que representamos la labor científica y tecnológica hacia el público. Desde hace más de 40 años se ha identificado que mujeres y población LGBTIQ+ son particularmente vulnerables a consumir material pseudocientífico, en lo particular contenido astrológico [2]. En la era de la información esto es particularmente problemático debido a los algoritmos de contenido de plataformas sociales que aíslan y generan efectos de cámara de eco una vez que se identifica un patrón de consumo. Si desde la academia tan sólo nos enfocamos en dirigir nuestra comunicación a quienes ya están consumiendo contenido científico y tecnológico sin atender a poblaciones vulnerables a la pseudociencia podríamos estar agravando la brecha de género sin darnos cuenta.
En algunos estudios al respecto, la razón principal por la que algunas personas consumen material astrológico o pseudocientífico es por el sentimiento de bienestar y felicidad que ofrecen las pseudociencias [2]. Para lograr una verdadera representatividad, como lo busca hacer NASA con este lanzamiento, no basta con poner a personas que reflejen la diversidad de nuestras comunidades al frente de estos esfuerzos; es posible que México esté a la cabeza de un movimiento de representatividad y promoción del conocimiento científico haciendo esfuerzos de comunicación de los logros de la academia. Para esto sólo tenemos que hacer algo que pocas potencias mundiales están logrando: enseñar cómo la ciencia nos da bienestar, felicidad y progreso a nivel individual al aplicarla de forma cotidiana fuera de ambientes académicos.
[1] https://es.unesco.org/themes/educacion-igualdad-genero/stem
consultada el 29 de Agosto 2022
[2] https://doi.org/10.31234/osf.io/xn7wd