Por Sara Canchola
¿Alguna vez han sentido que “se les hace bolas el engrudo”, o que de plano no logran ver avances?, entonces les recomendaría ampliamente que regresen a los básicos.
Con volver a lo básico me refiero a que encuentren el sentido por el que fue formada la empresa, cuáles han sido las metas que se plantearon de inicio y en cuánto tiempo debieron haber sido cumplidas, de acuerdo con las proyecciones que hicieron.
Es normal y está bien que las metas se vayan actualizando, sobre todo si ya las hemos alcanzado, porque recordamos que los negocios necesitan irse transformando según cambien las necesidades del mercado.
Para tener claridad en los objetivos y que estos sean coherentes con la filosofía de la empresa, podemos utilizar algunas herramientas muy fáciles que nos ayudarán a planear y a dirigir de mejor forma al equipo de trabajo que nos acompaña.
Algo básico y que si lo hacemos bien no falla, es el conocido análisis FODA, donde en cuadrantes podremos describir Fortalezas (F), Oportunidades (O), Debilidades (D) y Amenazas (A), con lo que nos estaremos evaluando de forma interna y externa. Así pues, lograremos ver cuáles son las cosas que hacemos bien, aquello que “nos duele”, lo que es o pudiera ser un riesgo para la empresa, es decir, un reto por el que será necesario trabajar para tener resultados y soluciones favorables, principalmente al corto plazo y donde todos los elementos que resulten de este ejercicio sean tomados en cuenta para desarrollar estrategias y toma de decisiones.
Es muy importante considerar que para alcanzar los objetivos y metas debemos planear y ejecutar actividades que logren desarrollar fortalezas, resolver las debilidades, explorar y explotar las oportunidades, así como identificar los riesgos para minimizarlos.
Y aquí está el pero: el FODA no lo hace solo el dueño, líder o gerente sino las personas claves e involucradas en la organización, ya que ellos mismos deberán hacer todo lo posible para que se logre el cumplimiento de objetivos y metas, por lo tanto, tendrán claro que el éxito es que todos remen para el mismo lado.
Entiendo que a veces suponemos que no es necesario hacer este tipo de ejercicios, dado que la empresa tiene “trabajo” y sigue operando, (normalmente apagando fuegos, con los bomberazos a la orden del día), creyendo que no necesitan marcar objetivos.
Aquí va otro pero: al final de la jornada nadie sabe y nadie supo cuál es el objetivo por el que están trabajando o estresándose tanto, nadie les ha dicho hacia donde va la empresa, el departamento en el que trabajan o ellos mismos como colaboradores, es decir, no tienen trazada la ruta.
Todo se puede mejorar, siempre hay herramientas que podemos usar para mejorar cada día y enderezar el camino.
¡Ánimo!