En la última reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el presidente Andrés Manuel tocó algunos puntos controversiales –algo nada extraño en el actuar de AMLO –, entre ellos resaltó la desigualdad y la corrupción como elementos que forman parte de las causas de la inseguridad y en consecuencia la urgencia latente por atender estas causas en la búsqueda de un mundo más pacífico. Más allá de la pertinencia de estos temas en el Consejo y de las opiniones encontradas que generó su mención, estos problemas son una realidad que no se puede negar y que desde luego mucho tienen que ver con la crisis de seguridad en muchas partes del mundo, pues sin justicia no hay paz.
La desigualdad es un problema de injusticia y de inequidad; en abstracto para un primer acercamiento se puede analizar desde la dimensión económica y eso es suficiente para entregar un panorama de lo que más o menos sucede. La desigualdad es acumulación de riqueza por parte de sujetos, ya sean individuos o empresas, que se apropian del trabajo de otros y de los recursos comunes. Todo esto no se puede hacer sin un sistema de “justicia” que se los permita, un sistema que se corrompe para permitir abusos en beneficio de pocos.
¿Qué sucede en México? Según datos de Oxfam, el país ocupa el lugar 25 en el ranking de los países más desiguales del mundo, y lo más grave es que la desigualdad no se limita al factor económico, la pobreza no es el único problema que hay que sortear, en México las desigualdades se han desarrollado con una base de opresiones que las voces hegemónicas hicieron ver por años como algo normal o natural. El racismo, la desigualdad de sexo y de género, la segregación que han causado estos problemas no ha hecho sino agravar el ánimo social, desconectar a la cúpula del resto de las personas, y sobre todo, limitar las oportunidades a las que se tienen acceso y por ende, frenar el desarrollo de nuestro país y dividir a la sociedad entre quienes más tienen y quienes menos tienen.
Reducir la desigualdad y la corrupción para alcanzar la justicia y la paz forma parte de todas las agendas políticas actuales, es uno de los principales objetivos de organizaciones internacionales como lo deja ver la ONU en su Agenda 2030, no se trata de un discurso para ser políticamente correctos, es que, está comprobado que la desigualdad incide directamente en la posibilidad de desarrollo de la sociedad. Señalar la desigualdad es un tema de justicia.
Si algo tiene claro Andrés Manuel es que para solucionar los problemas se deben de atender las raíces del mismo y es el Estado el que actualmente tiene la capacidad para abordarlo, por eso su urgencia por exhortar a los líderes mundiales a atender esas causas.
Desigualdad y corrupción
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