Este año se ha caracterizado por las sucesivas revisiones a la baja que instituciones financieras han realizado en sus previsiones de crecimiento económico para México. Si bien el factor electoral fue importante en los pronósticos, el lento dinamismo del consumo y la inversión fueron factores decisivos para reducir las expectativas.
Por ejemplo, en julio pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajó su perspectiva a 2.2 por ciento luego de que en abril fue de 2.4 por ciento.
La Jornada