Las risas de los niños se oyen de fondo. En unos minutos arribará al evento la secretaria de Seguridad del Estado. El protocolo para ingresar al C5 consta de tres filtros en los que registran a quien ingresa, se les solicita identificación y se les entrega un gafete de visitante. Las butacas perfectamente ordenadas, destinadas por personal de la misma institución. Zulema recibe personalmente. De abrazo honesto y sonrisa tímida. Su esposo la acompaña y la risa infantil que ameniza es de sus hijos. Niño y niña, no mayores de cinco años. El que estén ahí no me hace sino pensar en lo complicado de combinar sus actividades, como profesionista, como mamá, como esposa, como mujer. La invitación que nos tiene aquí es por ella. Encabeza un interesante proyecto que empezó hace un año y que hoy presenta avances y resultados.
La conocí a los días de recuperar mi libertad. Me miraba a los ojos. Auténticamente interesada en oír lo que yo tenia que decir. Me trató con respeto, primero por encomienda de la secretaria María Dolores, luego, por interés propio en mi historia.
Así es Zulema, empática. Solidaria. Escuchó mi pensar. Mi sentir. Y en algún punto hasta nos identificamos. Meses después volvimos a vernos, en una premiación de la Feria del Libro. Yo, tarde a la cita como llego a casi todo, no encontraba lugar y ella, solidaria, ofreció espontánea su silla, su lugar en el evento.
Antes del día de hoy nos vimos en un par de ocasiones en las que le pedí apoyo para donar libros a los Centros de Reinserción del Estado. Ni tarda ni perezosa, giró instrucciones y las letras llegaron. Me platicó ese día del proyecto del que hoy presenta avances: SALVA. Que, de manera increíble, en un año ha caminado hasta donde está. Nos mostraron el proceso completo de como se reciben las llamadas, los protocolos, la función de cada elemento del equipo, las capacitaciones, las intervenciones, los resultados en este año, los planes de mejora para lo que sigue y los proyectos a futuro. No se les pasó ni un detalle. La secretaria Incluso, habló de los inicios del programa, de la idea original y de como fue convirtiéndose en lo que es hoy. En un momento dado, agradeció, reconoció y aclaró de manera puntual el trabajo que anteriores administraciones hicieron.
Recorrimos las instalaciones. Zulema explicó el trabajo de cada mujer (y cada hombre) del equipo. Reconoció el esfuerzo y la dedicación. Humana, escuchó también si alguien se le acercaba con otra petición. Le interesa cada llamada de auxilio, pero también de todas las voces de acá, las de este lado ayudando a otras y otros. Atiende unos minutos a sus hijos que juguetones corren de nuevo con papá. Luego de casi dos horas el evento llega a su fin.
Estoy en el estacionamiento una hora más platicando. Veo salir a los invitados, las autoridades, personal del C5 y demás. Y al final, casi al final se asoma la silueta de un niño corriendo por la explanada con su mamá detrás. Es Zulema, quien aun no termina su jornada. Su esposo detrás con la niña en brazos rendida de cansancio. Amables Nos dicen adiós desde lejos mientras se dirigen a su camioneta. seguros de que no será la ultima vez que nos encontremos. Allá va una mujer que salva a otras, pienso, y mi mente se pierde en la risa franca de un niño.