En México, estamos viviendo cambios importantes en cómo se maneja la seguridad pública. La idea es usar más la inteligencia, es decir, información clave, para cerrar una brecha enorme que siempre ha existido: la que hay entre lo que hace la policía y las fuerzas de seguridad nacional, y lo que ocurre después con la justicia.
Una de las quejas más frecuentes, y que genera mucha desconfianza, es que cuando se detiene a los delincuentes, muchas veces los sueltan rápido por falta de pruebas. A esto se suma que la gente no denuncia porque no confía en los ministerios públicos ni en los jueces. Esto complica que se investigue a fondo y se desmantelen las bandas criminales.
Imaginen un círculo vicioso: la gente no denuncia, la justicia no puede actuar bien y, por lo tanto, hay impunidad. Esto dejaba a nuestras fuerzas de seguridad en una posición muy difícil. Por más que lucharan contra los criminales, solo lograban «contener» la violencia, y solo en casos muy claros se lograba que los delincuentes se quedaran en la cárcel.
Para cambiar esto, se han implementado una serie de reformas importantes. Algunas empezaron hace un sexenio y otras se han consolidado en el actual. Entre ellas, se han hecho cambios en el Poder Judicial, se actualizó la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública y se busca una mejor coordinación entre la Marina, la SEDENA, la Guardia Nacional y la SSPC.
Además, se creó la Subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial. ¿Su trabajo? Coordinar la tecnología, el análisis de crímenes y la colaboración entre las distintas instituciones. Si bien ya existían áreas parecidas, como la de la Ciudad de México, esta nueva subsecretaría eleva esta estructura a un nivel federal, conectándose con la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Será clave para que la información estratégica se convierta en acciones concretas para prevenir y combatir el delito. Su éxito dependerá de qué tan bien logre usar la información que genera el Centro Nacional de Inteligencia (el antiguo CISEN) y cómo se coordine con las diferentes policías.
Por último, tenemos el Consejo Nacional de Inteligencia en Seguridad Pública. Este Consejo tiene la tarea de sincronizar los esfuerzos entre el gobierno federal, los estados y los municipios. Así, se busca que todos trabajen juntos, compartan información y respondan de forma coordinada en temas de inteligencia. Es fundamental para asegurar que los esfuerzos de inteligencia en todo el país estén bien dirigidos, evitando que se dupliquen trabajos o haya fricciones entre los distintos niveles de gobierno. En el pasado, estas fricciones y la infiltración del crimen en instituciones de seguridad dañaron gravemente la capacidad de responder ante los delitos.
Poco a poco, estamos corrigiendo los problemas del pasado, poniendo en marcha un sistema de inteligencia que será dirigido por civiles. Esta forma de trabajar es algo nuevo y veremos cómo la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, liderada por la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Subsecretaría de Inteligencia, logra coordinar las investigaciones contra las bandas de crimen organizado.
¿Por qué es esto tan importante? Porque, ante los esfuerzos para bajar los homicidios, los delincuentes están buscando nuevas formas de obtener dinero. Están usando delitos más sofisticados, como los electrónicos o la extorsión, que solo se pueden combatir eficazmente con un buen trabajo de inteligencia y, aunque sea un tema delicado, la intervención de las comunicaciones.